
Europa.- Que un pedazo de asteroide del tamaño de una barra de jabón, que se formó hace unos 4,500 millones de años -poco después de la formación del sistema solar-, haya sido traído a la Tierra por una nave-robot es, en sí mismo, un gran acontecimiento.
Esto sucedió en 2020, cuando, después de cuatro años de viajar hacia el asteroide Bennu –que mide unos 487 metros de ancho y que está formado por una gran cantidad de carbono y otros minerales– la nave-robot OSIRIS-REx de la NASA, logró arrancarle un pedazo para conocer su composición.
Con respecto a este descubrimiento, en un artículo que escribió para la sección de noticias de la revista Nature, uno de los investigadores que participaron en el análisis de la muestra, Yasuhito Sekine, científico planetario del Instituto de Ciencias de la Vida en la Tierra de Japón, dijo que “el descubrimiento de Bennu ayuda a iluminar cómo, al principio de la historia del sistema solar, los asteroides y otros bloques de construcción planetarios no eran solamente bultos de piedra y hielo, sino objetos vivos activos”.Científicos sacando las muestras de polvo y piedras de Bennu. Imagen: NASA.
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Los hallazgos en torno a la composición química y otras características del asteroide han sido publicados el pasado 29 de enero en la revista Nature. Y en el trabajo de análisis del polvo y rocas han participado varios investigadores tanto de la NASA, como de universidades de prestigio tanto de Estados Unidos, como de Japón y del Reino Unido.
Además de encontrar aminoácidos e ingredientes esenciales para la vida, los científicos pudieron determinar que, muy probablemente, y contrario a lo que se piensa, no todos los asteroides que han caído en la Tierra a lo largo de su historia contribuyeron a que surgiera la vida, por consiguiente, no necesariamente la vida que apareció en nuestro planeta pudo haber provenido de afuera, a pesar de que algunas evidencias apuntan a cometas que en el pasado impactaron con nuestro planeta, también pudieron haber ayudado a que ésta surgiera.
Esta ausencia de simetría –y del hecho de que tengan predilección por la izquierda o por la derecha a la hora de formarse– determina en gran medida que la vida aparezca o no.
Las muestras de un pedazo de Bennu fueron recogidas en el desierto de Utah, en Estados Unidos, luego de haber sido traídas a la Tierra por una nave-robot. Imagen: NASA.
Sin embargo, en las estructuras químicas de los aminoácidos de Bennu no solamente existe una predilección por la izquierda, sino que también forman estructuras que se forman siguiendo una preferencia por la derecha.
En este sentido, el hecho de que en este asteroide se formen estructuras químicas que prefieran indistintamente tanto la derecha como la izquierda, siembra la duda en torno a si asteroides similares a Bennu realmente pudieron haber contribuido a la formación de la vida en la Tierra. Todo parece indicar, siguiendo este argumento de la preferencia izquierda-derecha, que no.
Por otra parte, la pequeña muestra recolectada de este asteroide –el cual pasa muy cerca de la Tierra cada seis años– también podrá ayudar a los científicos a determinar con más exactitud, no solamente cuándo sino cómo nació el sistema solar, ya que los asteroides, en general, son muestras vivientes (así como lo son las rocas para un geólogo) de cómo pudo haber sido, en el pasado, el sitio en el que nos encontramos.
El asteroide Bennu explicado por la NASA. Video: NASA.
Además, se espera que en los próximos años otras naves-robot, al igual que otros países, se sumen a la tarea de recolectar muestras de asteroides con el fin de otorgarle un poco más de sentido a por qué razón los organismos y los seres humanos estamos aquí (si en verdad, o no, los asteroides contribuyeron con el surgimiento de la vida y si es posible que también hayan participado para que ésta comenzara a desarrollarse en otros sitios del sistema solar como bien podría haber sucedido en algunas lunas de Júpiter o Saturno, por ejemplo).
Para finalizar, únicamente hay que mencionar que el origen de la vida en la Tierra, de por qué estamos aquí, es tan solo una de las tantas preguntas fundamentales que nos planteamos los seres humanos. Tan importante, creo, como la interrogante sobre el origen del universo y el devenir de éste, el origen de la conciencia en nuestra especie y la posibilidad de que exista vida en otros planetas.
Éstas, por cierto, han sido preguntas que se han planteado los seres humanos por milenios, pero que, hoy, gracias a la ciencia y a la tecnología, seguramente estamos más cerca de darles respuesta. De otorgarle un poco más de sentido a la compleja y a la vez fascinante realidad que nos rodea.