
Reino Unido.- (Por Julio García G.) .- Aunque, debido a los logros y avances científicos, pareciera que el Universo ya no nos va a sorprender con algo novedoso -con alguna configuración asombrosa y extraordinaria- resulta que sucede todo lo contrario porque, nuevamente, éste, ha logrado dejar atónitos a los astrónomos gracias al reciente hallazgo de un planeta, a 120 años luz, en la constelación de Libra, cuya posición con respecto a los soles que lo acompañan es muy parecida a Tatooine, el mundo casi desértico pero rebosante de vida, conformado por dos tenues estrellas, que aparecía en la película Star Wars y que fue el lugar de nacimiento de Anakin Skywalker, padre de Luke Skywalker.
La diferencia más evidente entre Tatooine y este nuevo planeta (en realidad es un exoplaneta porque se encuentra fuera del sistema solar) estriba en que 2M1510 (AB) b -así fue bautizado- tiene la peculiaridad de que, además de girar en torno a dos tenues estrellas enanas marrones, posee una órbita muy especial que, si pudiésemos imaginarla, sigue una trayectoria del polo norte al polo sur y viceversa (una trayectoria perpendicular, de 90 grados). A este tipo de órbitas se les denomina “orbitas polares” y, además de ser extremadamente inusuales, es todavía más extraño que un planeta orbite dos astros de esta manera.
El equipo de científicos encargado de realizar el descubrimiento pertenece a la Universidad de Birmingham (Reino Unido) y, para lograr el hallazgo, utilizaron el telescopio VLT que se encuentra en el cerro de Paranal (Chile).
El proyecto del VLT (European Observatory Very Large Telescope) -que en realidad son cuatro telescopios ópticos de 8 metros que funcionan como uno solo, con una gran potencia de observación- es financiado por la Unión Europea.
Imagen de la película Star Wars donde aparece el planeta Tatooine. Imagen: Captura de pantalla FB (Star Wars).
Por otro lado, las dos estrellas que se encuentran en el sistema 2M1510, al que pertenece 2M1510 (AB) b, son dos enanas marrones. Este tipo de astros se caracterizan por poseer 75 veces la masa de Júpiter. Sin embargo, tampoco llegan a ser estrellas “normales” porque carecen de la suficiente masa y energía para sostener la fusión nuclear que permite convertir hidrógeno en helio (el hidrógeno es el elemento químico primordial utilizado por los astros para crear elementos más pesados, como la mayoría de los que aparecen en la tabla periódica).
Así, las enanas marrones solamente pueden sintetizar deuterio. Este último es un isótopo del hidrógeno y los isótopos de cualquier elemento químico se caracterizan por el hecho de que son el mismo elemento, pero con diferente número de neutrones (los protones de cualquier isótopo son siempre los mismos).
Que las enanas marrones no puedan sintetizar todos los elementos químicos por fusión nuclear las convierte en “estrellas fallidas” o estrellas que no lograron llegar a convertirse en astros “comunes”. Además, tampoco se les considera planetas porque sí producen energía (debido a la producción de deuterio) y luz (relativamente débil).
Un descubrimiento fortuito
Lo más fascinante del descubrimiento del exoplaneta 2M1510 (AB) b en el sistema 2M1510 radica en que fue fortuito.
Además, como lo mencionó en una entrevista reciente Amaury Triaud, profesor de la Universidad de Birmingham y coautor del trabajo de investigación, el cual fue publicado recientemente en la revista Science Advance, “nuestras observaciones no se recopilaron para buscar dicho planeta ni su configuración orbital. Por lo tanto, es una gran sorpresa y muestra lo que es posible en el maravilloso Universo que habitamos, donde un planeta puede afectar las órbitas de sus dos estrellas, creando una delicada danza celestial”.
Por otra parte, a pesar de que los astrónomos ya sospechaban de la existencia de las órbitas polares (al menos técnicamente era posible que existiesen) no tenían evidencia directa de ellas (hasta ahora).
Al respecto, en una entrevista para el portal de internet Phys.org, el autor principal de la investigación, Thomas Baycroft, estudiante de doctorado de la Universidad de Birmingham, comentó que “teníamos indicios de la posibilidad de la existencia de planetas en órbitas perpendiculares alrededor de estrellas binarias, pero hasta ahora carecíamos de evidencia de este tipo de órbita polar”.
Baycroft también mencionó que “revisamos todos los escenarios posibles y el único consistente con los datos fue el de un planeta [se refiere a 2M1510 (AB) b] en una órbita polar alrededor de este sistema binario”.
Ahora bien, más allá de lo especial que resulta esta configuración (porque no es común que los astrónomos observen órbitas polares y más improbable aún que los observen en sistemas binarios), ¿puede la vida surgir en planetas que orbiten una, dos o más estrellas enanas marrones?
Quizá sea probable que la vida, tal y como la conocemos, surja en sistemas binarios, pero es improbable que lo haga en planetas que orbiten estrellas enanas marrones.
Esto se debe a que éstas tienden a enfriarse y, con el tiempo, se vuelven significativamente menos luminosas. Además, su zona de habitabilidad (la región donde los científicos piensan que la vida puede desarrollarse, como en la Tierra) estaría muy cerca de la estrella y, conforme la enana marrón se va enfriando (lo haría muy rápidamente), la zona desaparecería.
Por si fuera poco, al haber poca luminosidad, no se produciría la fotosíntesis (que depende de la luz) la cual es esencial para que la vida pueda surgir y desarrollarse.
A pesar de todas estas limitaciones, muchos investigadores no descartan que la vida pueda desarrollarse casi en cualquier parte del Universo. Sobre todo, si pensamos en el hecho de que, tal vez, existan otras configuraciones (como las de las órbitas polares en sistemas binarios) que promuevan la vida sin que nosotros, todavía, lo sepamos.
Y en esto consiste, justamente, la grandiosidad del Universo, en su capacidad de sorprendernos y dejarnos atónitos mediante su ilimitada “creatividad” y gran armonía.