
México (Por Julio García G. / Periodista de Ciencia).- Hace unos días, el 6 de agosto, un grupo de investigadores dio a conocer en la revista Nature, un estudio en el que sugieren que el Alzheimer, un tipo de demencia que afecta a millones de personas en todo el mundo, podría estar relacionada con los niveles de litio presentes en el cerebro.
El litio es un metal relativamente común en la naturaleza –aunque no tanto como el hierro o el aluminio– que se utiliza para diversos fines. Por ejemplo, puede empleársele para producir baterías (en su forma de carbonato de litio o hidróxido de litio, que son altamente tóxicos) y también, en forma de sales, para tratar ciertos padecimientos psiquiátricos: manías, trastorno bipolar y depresión mayor; en ese contexto, el litio puede influir significativamente en la química cerebral.
Ahora bien, las primeras descripciones sobre la enfermedad de Alzheimer no son nuevas ya que se remontan a 1910 cuando el psiquiatra de origen alemán, Emil Kraepelin –considerado uno de los fundadores de la psiquiatría moderna– acuñó el término en honor a uno de sus colegas también de origen alemán: Alois Alzheimer, quien, cuatro años antes, en 1906, describió un caso peculiar de un hombre de 51 años que comenzó a tener pérdida de memoria, desorientación y cambios de personalidad.
Tras la muerte del paciente y la autopsia correspondiente, Alzheimer observó que el cerebro presentaba lesiones; en concreto, se habían formado placas amiloide.
Estas peculiares placas, descritas por Alzheimer, no son otra cosa que las proteínas beta amiloide, las cuales resultan ser fragmentos de proteínas que el cerebro produce y que elimina de forma natural.
Sin embargo, cuando se manifiesta la enfermedad, este sistema de limpieza de las placas beta amiloide falla y entonces es cuando comienzan a formarse placas que dificultan la comunicación entre las neuronas, provocando, entre otras cosas, inflamación y la consiguiente producción en forma desmedida de células de defensa del cerebro (mejor conocidas como microglía) que, a largo plazo, dañan y matan neuronas.
Resulta que, en experimentos con ratones –y como recientemente lo pudieron evidenciar los investigadores– los grupos de proteínas beta amiloide que suelen acompañar al Alzheimer parecen unirse al litio, lo que provoca que, aunque el litio esté presente en el cerebro, su cantidad funcional es insuficiente. Por lo tanto, acelera la progresión de la enfermedad.
Además, también se percataron de que privar al cerebro de litio no solamente incrementa de manera dramática los grupos de beta amiloide, sino también de otra proteína asociada con el Alzheimer: la proteína tau.
Por si fuera poco, descubrieron que un tipo de litio, denominado orotato de litio, evita la formación de placas beta amiloide debido a que evita ser capturado por dichas placas. Por consiguiente, uno de los tratamientos que podrían utilizarse para detener y revertir el Alzheimer en humanos podría ser, justamente, a través del orotato.
Con respecto a los alcances de este hallazgo en el que, por cierto, participaron científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), Bruce Yankner, investigador de esta Escuela, mencionó en una entrevista para el portal de internet Science Alert que “la idea de que la deficiencia de litio podría ser la causa del Alzheimer es nueva y sugiere una nueva perspectiva para abordarlo”.
Dentro de esta nueva perspectiva caben, evidentemente, los suplementos alimenticios basados en litio. Sin embargo, aún no se han realizado experimentos en humanos.
De hecho, muchas veces los experimentos que se realizan en ratones y en otros animales no son extrapolables a seres humanos, de tal suerte que llevará tiempo que los investigadores obtengan los primeros resultados en estos últimos.
Si realmente funcionan los experimentos en humanos, igual que en ratones, seguramente la opción del litio como una alternativa viable para combatir esta devastadora enfermedad será una realidad en pocos años.
Además, si todo sale bien, el Alzheimer podría diagnosticarse mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas a través de un análisis de sangre de los niveles de litio.
Y los suplementos basados en este metal, como ya lo he mencionado, podrían servir como un preventivo o, quizá también, como un tratamiento útil.
El Alzheimer, más allá de todo esto, es una enfermedad sumamente compleja que debe abordarse desde diferentes frentes. Por ejemplo, hace apenas unos meses, se anunció que un fármaco utilizado comúnmente para combatir el insomnio, el Lemborexant, podría ayudar a prevenir su avance, al menos por ahora, en ratones.
Está por verse también si el mencionado fármaco produce los mismos efectos reparadores en humanos y si una mezcla de varios medicamentos, junto con suplementos de litio, podrían en un futuro no tan lejano revertir y curar esta enfermedad de la que, afortunadamente cada vez, se sabe más.